Lo que no dijo el Senador

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«Al contrario del análisis superficial realizado por FECODE y Robledo, el aumento de la inversión estatal en educación no conduce a mejorar el nivel educativo de un país.»

A principios de abril, el Senador Jorge Enrique Robledo causó revuelo con su intervención ante el Congreso de la República sobre la situación de la educación en Colombia. Durante su discurso, el Senador insistió en la superioridad de la educación estatal sobre el mismo servicio público ofrecido por privados, y por tanto, reiteró la necesidad de incrementar inversión estatal para ofrecer “educación gratuita y de calidad”. Algunas semanas después, la Federación Colombiana de Educadores (FECODE), blandiendo argumentos similares a los de Robledo, estableció el inicio del paro nacional indefinido del magisterio declarando que todo lo hace por la calidad educativa. No obstante, las posiciones sostenidas por el Senador y por FECODE, en lugar de arrojar luz sobre los problemas de la educación colombiana, ocultan sus principales problemas.

Al contrario del análisis superficial realizado por FECODE y Robledo, el aumento de la inversión estatal en educación no conduce a mejorar el nivel educativo de un país. El ejemplo finlandés -del cual abusa el Senador con tanta frecuencia- lo demuestra. Finlandia, a pesar de invertir 35% menos por estudiante que los Estados Unidos, en las pruebas PISA obtiene resultados que ubican al país dentro de los 8 primeros puestos en habilidad lectora, matemática y ciencias, mientras que EEUU no logra superar la vigésima primera posición en las mismas categorías. Incluso, Corea del Sur, que invierte un 20% menos por estudiante que Finlandia, supera los puntajes alcanzados por los finlandeses.

El caso latinoamericano es revelador. Mientras que Argentina invierte casi tres veces más por estudiante que Colombia, en las pruebas PISA, Colombia supera el puntaje obtenido por Argentina en habilidades lectoras y se encuentra a tan solo una casilla de diferencia en matemáticas y ciencias. Teniendo en cuenta que los fines pueden ser infinitos pero los recursos escasos, se infiere que es posible obtener un mejor modelo educativo con lo que se cuenta, sin necesidad de exprimir aún más a los contribuyentes.

De hecho, existen factores diferentes al dinero que inciden en la calidad educativa, por ejemplo, el perfil de los docentes. Tal como lo muestra el estudio de la Fundación Compartir, los países con altos niveles educativos cuentan con profesores estrictamente evaluados para hacerle  seguimiento a su desempeño. En algunos casos, cita este estudio, países que han identificado y cambiado entre el 5% y 10% de los peores profesores, han mejorado sus resultados hasta alcanzar a los países con los mejores niveles educativos. Sin embargo, poca coherencia demuestra el Senador Robledo al defender a FECODE y exigir educación de calidad, cuando este sindicato se opone a ser evaluado.

En efecto, es necesario comprender que en educación existe un problema de incentivos y el Estado, al tener la posibilidad de transferirles los costos de las malas decisiones económicas a los ciudadanos, no tiene motivos para hacer un uso eficiente de los recursos.  El caso de la educación superior ilustra con claridad este punto. Mientras que la Universidad de Sao Paulo, de naturaleza estatal, invierte USD$16.950 por estudiante y ocupa el segundo lugar en el Ranking QS de universidades, la Universidad Católica de Chile, de naturaleza privada, con una inversión de USD$11.970 – casi USD$5.ooo dólares menor-  ocupa el primer puesto del mismo ranking.

El ejemplo colombiano aclara aún más el panorama. Para el año 2014, un estudiante de la Universidad Nacional le costó al Estado en promedio 12,8 millones de pesos al semestre, un valor superior a los 12,5 millones de pesos  que costó la matrícula en la Universidad de los Andes ese mismo año. No obstante, mientras que Los Andes moderniza su infraestructura y ocupa la quinta posición en el ranking de QS en calidad educativa, en la Universidad Nacional se caen los techos, mientras se estanca en la posición 14 del mismo ranking. En la práctica esto significa que se aprovecharían mejor los recursos financiando a los estudiantes para que ingresen a las mejores universidades privadas.

Incluso, lejos de cerrar las brechas de desigualdad, la educación estatal amplía las diferencias al obligar que las personas con bajos ingresos financien a través de impuestos la educación de las clases privilegiadas. En el siguiente cuadro se puede observar la composición socioeconómica de la Universidad Nacional.

Evolución de número de estudiantes por estrato – Universidad Nacional de Colombia

Año Estrato socio económico
1 2 3 4 5 6
2003 2117 11954 18618 5202 1174 407
2004 2021 11906 17746 4428 1020 328
2005 2181 11978 17521 4347 1024 301
2006 2274 12257 17198 4131 972 289
2007 2394 12848 17516 4280 984 290
2008 2509 12964 16946 4151 914 259
2009 2625 13217 17161 4256 971 246
2010 2965 13545 16828 4194 959 250
2011 3324 14203 16756 4106 956 254
2012 3643 14939 16816 4077 908 260

Fuente: Sistema de Información Académica – SIA

Llama la atención que en los años expuestos el total de estudiantes de estrato 4 supera en 17.119 el número de estrato 1 que se han formado en la Universidad Nacional. Teniendo en cuenta los costos mencionado anteriormente y que los estudiantes de la Nacional cubren una fracción de su matrícula, se tiene que en los últimos años con dinero de los contribuyentes se ha financiado entre $36.050 millones  y $72.100 millones de pesos formando a personas de estrato 6 y entre $123.525 millones y $247.050 millones de pesos educando a personas de estrato 5.

El Senador pasó por alto que la gran disparidad proviene de la educación básica y media, que en el sistema actual permite que estudiantes de colegios privados y con mayores recursos terminen ocupando mejores puestos en los exámenes de ingreso de las universidades estatales. Igualmente, de acuerdo con el Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico de la Universidad de los Andes, la mayor parte de las personas que desertan de la universidad son también aquellos que obtuvieron los menores puntajes en las pruebas Saber Pro 11, quienes a su vez, provienen de los colegios estatales. Por esto resulta sorpresivo que durante la intervención de Robledo no se haya hecho mención a los resultados sobresalientes que estaban obteniendo los colegios por concesión en Bogotá, donde llegaron a superar por mucho la calidad educativa del resto de colegios distritales.

Por esto la propuesta del Senador Robledo, lejos de beneficiar a los estudiantes y tener en cuenta la estabilidad financiera de los colombianos, en realidad oculta el verdadero problema y fortalece al sindicato mientras le permite decidir sobre la educación de los más pobres, que finalmente, son los que están sometidos al magisterio. En últimas, lo que no dijo el Senador es que los estudiantes no le importan, pero los votos del sindicato sí.

Artículo escrito por: Julio César Mejía

Director de Centro para la Libre Iniciativa

2 comentarios en “Lo que no dijo el Senador

  1. Pingback: EDUCACIÓN Y GASTO | El Rincón Libertario

  2. Que buena entrada. Hoy (04-05-2015) leo en elespectador que entrevistan a Rodolfo Llinás y le hacen las preguntas obligadadas sobre los problemas de la educación y sus soluciones (Si es cientifico tiene que opinar y saber de eso). Y dice unas cosas como, por ejemplo, que los maestros no son suficientemente respetados ni reconocidos, (algo socialmente problemático porque no se reconoce gente que es absolutamente central en la organización de un país, dice él. Yo creo que los dueños de pequeñas farmacias o tiendas también lo son, y no andan llorando cuando está mal las ventas. O sí lloran, pero no hacen show). Remata diciendo que se necesitan más recursos para el sector (Que es la solución mágica: si «gastamos» más dinero, eso se tiene que arreglar), y que se cambie la metodología (la que hay es mala y él conoce una mejor). Pues bueno, esas son las opiniones, etéreas, y análisis sin fundamento, que se escuchan sobre la educación.

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